Juegos y Deportes Populares,
Autóctonos y Tradicionales.
Juan C. Pérez.
Introducción y
precisiones terminológicas.
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demás de la
institucionalización y comercialización del deporte y de determinadas
actividades físicas; se ha mantenido a lo largo del tiempo los juegos y
deportes populares, autóctonos y tradicionales. Nos estamos refiriendo a
manifestaciones motrices lúdico-culturales que también son elementos que forman
parte de nuestra cultura y sociedad. Los “apellidos” que utilicemos nos dirán,
en este caso, datos sobre su difusión u origen (populares), su localización o
extensión geográfica (autóctonos) y sobre su pervivencia y raigambre
(tradicionales).
Algunos de estos productos
culturales se transmiten de generación en generación pudiéndose hablar en este
caso de “juegos tradicionales”. Aunque hay que comprender que en esta
transmisión, aunque la estructura de la actividad permanezca constante, los
valores culturales y sociales se van modificando y transformando.
El calificativo autóctono nos
habla del origen territorial y la localización geocultural del juego o deporte,
lo autóctono es lo típico, lo propio, no venido de fuera, de una determinada
zona.
Establecida la poca
significatividad del origen social o territorial del juego, dada la existencia
de troncos y nexos comunes y un intercambio cultural intenso y dilatado en el
tiempo; tanto Moreno Palos[1]
(1992) como Trigo Aza[2]
(1994) prefieren finalmente la denominación de “tradicionales”. Entendiendo por
tales, los juegos, quizá los más antiguos, que provienen de la herencia de
generaciones anteriores y que poseen un marcado carácter cultural desde el
punto de vista antropológico. Se han venido transmitiendo, generalmente de
forma oral, de padres a hijos, de hijos a nietos, de niños mayores a niños
pequeños en un proceso a la vez de
mantenimiento y evolución. Se dan en una determinada comunidad definida por
pautas culturales propias y participan de dichas pautas y valores, ayudando a
su transmisión; participan, por tanto en el proceso social que los antropólogos
denominan como enculturación.
El hecho de añadir la palabra
“deporte” puede venir de que muchas de ellas han sufrido un proceso de
evolución progresivo en complejidad, debido a un aumento de nivel de práctica y
practicantes, el juego se reglamenta, el terreno, los elementos y los
instrumentos de juego se unifican, se da una evolución en complejidad de las
habilidades de ejecución técnica y en el entrenamiento y aprendizaje de las
mismas. Y terminan adoptando formas organizativas (reglamentos, federaciones,
com-peticiones, categorías...) similares a las deportivas. Y también puede
venir del “prestigio” que ésta calificación de deporte puede dar a este tipo de
actividades.
Se puede ver en este rasgo,
nuevamente, cómo las formas tradicionales de acción motriz van siendo
impregnadas por otro modelo cultural como es el hegemónico en la actualidad.
¿ Cómo se transmiten ?
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n nuestra sociedad occidental la preocupación
por el éxito, el rendimiento, el aprovechamiento del tiempo, la cuantificación
y el récord, así como la progresiva tecnificación, el cambio constante, el
consumo, la imagen o apariencia; son constantes definitorias que terminan
impregnando otras dimensiones o actividades como son las actividades
físico-deportivas o los juegos tradicionales.
Surgen continuamente, amparadas
por el desarrollo de nuevos materiales, nuevas actividades lúdicas para el
consumo, se buscan resultados rápidos, grandes sensaciones en poco tiempo o
escaso gasto de tiempo en el aprendizaje.
Resurgen juegos tradicionales con
elementos materiales nuevos (normalmente sobre ruedas e individuales) como son
las bicicletas, los monopatines, los patines o los patinetes, pero con
características muy diferentes a las de antaño.
Por otra parte, la falta de
espacios y tiempos, la inseguridad, el desarrollo de pasatiempos tecnológicos y
la saturación de actividades “organizadas”; nos hacen asistir a la desaparición
de juegos tradicionales infantiles de importancia clara en el desarrollo físico
y social de la persona.
En la actualidad se puede
constatar, dentro del amplio proceso de globalización que estamos sufriendo,
una homogeneización de prácticas motrices organizadas. Los medios de
comunicación propagan determinados modelos como una forma de colonización
eficaz. Ante dicho fenómeno, caben todas las posturas, desde la asimilación tal
cual del modelo, la adaptación del mismo a las características propias o la
potenciación de nuestros modelos tradicionales, aceptando la diversidad como
una ventaja y una riqueza.
En estos momentos en que la
transmisión oral (canal habitual de los juegos tradicionales) está debilitada,
se buscan otras alternativas, como la transmisión escrita, para evitar su
pérdida. Instituciones como la escuela juegan un papel decisivo en la
diversidad de juegos tradicionales.
Es necesario activar vías para la
transmisión generacional que nos asegure este patrimonio cultural y esta
actividad, tanto infantil como adulta, del juego tradicional que nos puede
proporcionar calidad de vida y salud, entendiendo ésta como bienestar físico,
psíquico y social.
En estos procesos de recuperación
y conservación, es importante tener en cuenta que el valor de estos juegos no
radica solamente en su estructura, práctica o desarrollo de capacidades; sino
también en la relación del juego con otros hechos socio-culturales, el
vocabulario, los materiales utilizados y sobretodo en el tipo e intensidad de
relaciones entre los participantes. Es por esto que su potencial educativo,
cultural y social se multiplica si la transmisión y práctica se realiza de una
forma intergeneracional poniendo en
contacto, por otra parte siempre tan agradecido y de enriquecimiento mutuo, a
los mayores con los niños.
Interés educativo de los juegos
tradicionales
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lguno -seguro que hay más- de los atractivos
pedagógicos de los juegos tradicionales radicarían en:
·
Ser
un elemento de enculturación, de acercamiento y conocimiento de la propia cultura
e incluso de otras culturas (valores, vocabulario, herramientas u objetos,
materiales, relaciones con el medio ambiente, historia, mitología, costumbres,
artes o literatura, asociados a estos juegos).
·
Aportar
una gran riqueza de situaciones motrices, contribuyendo al desarrollo de las
capacidades de todo tipo de sus practicantes.
·
Servir
parámetros para el análisis comparativo con las prácticas motrices de la
actualidad.
·
La
posibilidad de poner en contacto a los niños y niñas con otras generaciones
(padres, abuelos...) ayudando a una comprensión y enriquecimiento
intergeneracional.
·
Suponer
una alternativa más para la ocupación del ocio y tiempo libre de los niños y
niñas.
Visión etnográfica del patrimonio lúdico.
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uestro país ofrece una gran variedad de juegos y
deportes tradicionales, incluso en el más recóndito pueblecito se pueden
detectar muestras de dichas prácticas. En un tiempo hubo autores que intentaron
un estudio de dichos juegos y deportes a nivel de toda la nación como GARCÍA
SERRANO[3]
(1974) y el ya comentado de MORENO PALOS (1992). Posteriormente los estudios se
han ido haciendo mas localistas y con mayor intención de aplicarlos
educativamente, entre ellos destaca la obra de Eugenia TRIGO AZA (1994), aunque
también podemos encontrar muy diversas monografías publicadas por los Centros
de Profesores o por Instituciones como Ayuntamientos, Diputaciones, Comunidades
Autónomas, Cajas de Ahorro...
Estas
recopilaciones no sólo se han realizado en muchos lugares de España, sino que
también se realizan en otros países, incluso el Consejo de Europa pretende
organizar cada dos años un seminario europeo sobre estas manifestaciones.
Recojo aquí (como muestra un botón), un pequeño libro, delicioso, realizado por
PRECU, Corporación de Producciones Educativas y Culturales de Quito-Ecuador y
editado por Gráficas Ribadeneira en Agosto de 1992, titulado “Juegos de Nuestra tierra” y que entre otros (91) recoge los siguientes
juegos: Aire-tierra-mar, el asaltante, el fantasma, el pañuelo, el ratón y el
gato, esto me recuerda, Juan pirulero, la cadena, la carretilla, la gallina
ponedora, la gallina ciega, la reina coja, las cuatro esquinas, los marros, los
trompos, los zancos, pelota caliente, pelota envenenada, policías y ladrones,
rayuela la semana, tres en raya...
Hay
algunos juegos que son casi idénticos en lugares alejados del mundo. Tal y como dicen RUIZ VEGA, A. LAHOZ GOIG, I.
y GOIG SOLER, I. [4]
(2000): “La tierra, que ahora se nos
ofrece cercana y antaño muy lejana, ha dado lugar a culturas muy distintas y,
sin embargo han viajado, se han intercambiado –sin necesidad de pantallas TFT-
partes de esa cultura que con el tiempo se ha ido asimilando como propia. De
siempre han existido viajeros, vagabundos, conquistadores, buhoneros,
serratianos drapaires, que han actuado de transmisores. Gentes fascinadoras
alrededor de los cuales se arremolinaban los niños para aprender juegos, ese
lenguaje universal.
De este modo los numerosos niños de los países
asiáticos, los no menos numerosos de África o Suramérica, juegan al colache o
la rayuela, al igual que lo hacemos los indoeuropeos, gracias a que en un
momento de la historia los soldados romanos, aprovechando las losas de sus
calzadas, enseñaron ese juego a los niños de los países que conquistaban. Y
luego los hispanos, tocados por la céltica locura de marchar a Occidente,
difundimos este y otros juegos por las llamadas Indias. ... Del mismo modo, una
cultura tan lejana como la china transmitió el juego del diábolo. O la griega
el de las tabas. Y así casi todos. Después, en cada lugar y según las
circunstancias, los niños, una vez aprendido el juego, se las ingeniaban para
conseguir los instrumentos necesarios para practicarlo”.
La
amplitud de estas manifestaciones lúdicas tradicionales hace inviable un
estudio detallado de todas ellas en este espacio, por lo que proponemos un
repaso por alguna de las más significativas en España para después centrarnos
en las propias de nuestra provincia.
Hay
un tipo de juegos y deportes tradicionales cuyo contenido fundamental es la
actividad locomotriz, utilizando el ejercicio para tal fin, en las distintas
formas en que se puede presentar, como son marchas, carreras, saltos, trepas,
equilibrios, etc. Se disputa por ver quien es más veloz, resistente o ágil.
Este tipo de juegos se han desarrollado más en el norte de España, vinculados
generalmente a fiestas patronales, ritos agrarios o desafíos atléticos. Los más
significativos dentro de este tipo de juegos y deportes son las carreras
pedestres de resistencia del País Vasco, Navarra y Alto Aragón y los Castells
(torres humanas) de Aragón y Cataluña.
Lanzar
un móvil a la mayor distancia posible también ha dado motivo a diversos juegos,
entre los que podemos citar el lanzamiento de barra vasca, la barra castellana,
el tiro de bola de Aragón y el “tir de fona” (tiro con honda de la Comunidad
Balear); así como diversos lanzamientos de piedras, palos o bastones.
Si
además de lanzar, queremos darle a algo (precisión), nos encontramos con el más
amplio grupo de juegos y deportes tradicionales entre los que cabe significar:
·
Las
numerosas modalidades de juegos de bolos, con más de 50 variedades y con una
difusión geográfica similar e incluso más extensa que el otro deporte español
por excelencia: la pelota.
·
El
juego de la tuta, tanga, caliche, tarusa o tanguilla, denominaciones más
frecuentes para un juego con numerosas modalidades regionales y locales.
·
El
juego de bochas, prácticamente extinguido que ha sido sustituido por el juego
de petanca.
·
El
juego de “la calva”, muy representativo de Castilla y León, Madrid y
Castilla-La Mancha.
Hay
un elemento esférico y elástico, con posibilidad de bote, que el hombre ha
utilizado desde las civilizaciones más remotas (América precolombina, China,
Egipto, Grecia, Roma...) como instrumento de juego, la pelota; que se puede
lanzar, rodar, pasar y golpear. Destaca la “pelota vasca” con toda su
complejidad en cuanto a modalidades y formas de juego y la “pelota valenciana”.
Aunque con la pelota de una u otra forma, sea juego infantil o adulto; se juega
prácticamente en todo el territorio.
La
pelea o contienda entre dos adversarios con o sin instrumentos, es también un
elemento recurrente en los juegos y deportes tradicionales. La lucha leonesa,
la lucha canaria y el “palo canario” son los más representativos. El hombre
desde tiempos remotos, ha sentido la necesidad de mostrar y demostrar su
fuerza, bien sea levantando o bien
desplazando diversos objetos, personas o pesos. El levantamiento de piedras
(“harrijasoketa” en País Vasco y Navarra y la piedra canaria) u otros objetos
(cántaros, sacos, yunques, arados...), la soga –tira (País vasco “soka-tira”,
Navarra, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Aragón y con menor intensidad en el
resto de comunidades), el tiro de palo o de pica y el desafío de los “pulsos”
son manifestaciones de este tipo.
También
en el agua se han desarrollado juegos y deportes tradicionales, destacan por su
implantación, las pruebas de traineras, deporte tradicional de remo a banco
fijo muy extendido en todo el litoral cantábrico. Pero también se dan pruebas a
nado, descensos fluviales, travesías marítimas y regatas a vela.
Los
animales también han sido y son empleados como elementos de diversión y juego.
La presencia y uso de animales en las fiestas y festejos locales es
indiscutible y generalizada en todos los puntos de la geografía española. La
pruebas y competiciones con animales de tracción, las carreras, las luchas de
carneros, toros o gallos, la costumbre ancestral de correr gansos o pollos, o
también el tiro a los mismos y el uso del toro en los festejos populares en sus
diversas modalidades son buena prueba de ello, quedando reflejado en la pintura
o literatura desde el siglo XV en adelante.
Las
ocupaciones habituales productivas de generaciones pasadas encaminadas a la
obtención de recursos primarios o a trabajos artesanales e industriales, ya en
desuso, han derivado a manifestaciones lúdico-deportivas revestidas de juego,
desafío y apuesta. Así nos encontramos
con los cortadores de troncos “aizcolaris” y los concursos de siega o
roturación.
Y
por último si damos un rápido repaso a los juegos infantiles más tradicionales,
nos encontramos con juegos como el “escondite”, la “tula” o cogidos, el aro,
“la pidola” o piola, “la pita” o estornija, el pañuelo, pies quietos, los
rescates, los marros y los diferentes juegos de pelota, goma y cuerda o
“comba”.
[1] MORENO PALOS, Cristobal .
“Juegos y Deportes Tradicionales en
España”. Alianza Editorial. Madrid 1992.
[2] TRIGO AZA, Eugenia. “Aplicación del Juego Tradicional en el
currículum de Educación Física”. Ed. Paidotribo. Barcelona 1994.
[3] GARCÍA SERRANO, Rafael.
“Juegos y deportes tradicionales en España”, Cátedras Universitarias,
Universidad de Navarra, Ed. DNEF, Madrid, 1974.
[4] RUIZ VEGA, Antonio. LAHOZ
GOIG, Israel y GOIG SOLER, Isabel. “Juegos
populares Sorianos”. Ed. Asociación Cultural SAAS/2. Soria, 2000.